martes, 21 de abril de 2015

Quien sepa más, que lo diga.

La sociedad española se encuentra en una encrucijada. A un mes vista tenemos unas elecciones locales y autonómicas que parece que abrirán un escenario político que podía ser esperanzador, pero que no lo es. Al menos desde mi punto de vista.

PP y PSOE, los partidos que han administrado la política española de los últimos cuarenta años, están al borde del precipicio. Se han ganado a pulso despeñarse estrepitosamente y parece que, salvo que un milagro lo remedie in extremis, ello será inevitable. Seguramente el PP perderá menos en el envite porque tiene una clientela mucho más fiel que el PSOE, pero en ambos casos el desastre está casi asegurado. Unos perderán las mayorías absolutas en bastantes ayuntamientos y comunidades autónomas y otros darán gracias por no quedar relegados a la mera testimonialidad. Alternativamente, emergen dos nuevos partidos que parecen destinados a arrasar en los tiempos inmediatos: Ciudadanos y Podemos.

Empecemos por el primero. Su líder, Albert Rivera, es una excelente creación ‘marketiniana’, un icono generado desde la nada, adobado en los requerimientos de la sociedad efímera, mediática y consumista, que ha fabricado un político paradigmático: asexuado, desideologizado e insulso. Militante adscrito a la tendencia ni frío ni calor, sin sal ni azúcar, o todo lo contrario. Su discurso, sintetizado en la tribuna que le publicaba el diario El País anteayer, es esclarecedor porque viene a decir que el histórico eje izquierda-derecha está periclitado porque la socialdemocracia y el liberalismo pueden defenderse sin contradecirse, tomando lo mejor de cada cual. Preconiza que la libertad sin igualdad es tan insostenible, como insoportable es la igualdad sin libertad. Asegura que representa un proyecto para España y que Ciudadanos es una plataforma civil que se ve obligada a adoptar la forma de un partido político para lograr convertirse en una palanca de cambio. Declara solemnemente que su partido ofrece propuestas que levantarán el país y recuperarán la confianza de los ciudadanos, sin gritar, sin mentir y sin prometer quimeras. Asegura que su programa incuye una propuesta de cambio sensato basado en tres pilares: fortalecer los valores civiles, llevar a cabo las reformas democráticas y políticas que necesita el país y trsnsformar el modelo económico y social, orientándolo hacia la economía del conocimiento que proporcionará prosperidad y justicia social. El treintañero Albert asegura que hay que volver a poner de moda en España la libertad, la igualdad y la solidaridad. Por eso propone una ley electoral justa y proporcional, que permita elegir a los representantes ciudadanos en listas abiertas, en las que todos los votos valgan lo mismo. Y subraya que el dinero público es sagrado y que por eso hay que gestionarlo como si fuera propio, de la misma manera que deben racionalizarse los recursos para que los ciudadanos visualicen a qué se destinan los impuestos que pagan, que deben ser gestionados por administraciones puestas al servicio de todos, sin burocracias ni duplicidades. Y todo ello lo concibe permeabilizado por un pacto nacional por la educación, que concrete un acuerdo de todos los partidos para reconocer explícitamente que lo más importante es la formación de buenas personas, buenos profesionales y buenos ciudadanos. El párrafo lapidario que remata su ideario no tiene desperdicio: su proyecto para España lo mueve la esperanza, sin enfados ni venganzas, y concreta sus sueños y su compromiso para trabajar desde la convicción de que la ilusión es más poderosa que el miedo.

Afortunadamente, más allá de lo que precede y suele decir, Albert tiene una cierta historia. Revísense, sin acritud, videotecas y hemerotecas y se descubrirá que a menudo dice lo que su público objetivo quiere escuchar. Cambia su discurso según convenga, adecúa su perfil a las modas o los requerimientos de la estética del momento y tiene los brazos abiertos para recoger lo que sea, venga de donde venga, sea de UPyD, Falange o España 2000. Todo vale para difundir la imagen de una derecha joven, centrista, presuntamente moderna y civilizada, aséptica, descafeinada, en definitiva, lista para abrazar el poder. Debe reconocerse que Ciudadanos ha entendido perfectamente los códigos de la sociedad digital: dominan las plataformas digitales, la redes sociales, el marketing y el merchandising. Saben cambiar a conveniencia estrategias y sinergias, con un discurso incontinente y vacuo que jamás aborda lo importante: qué hacer con la ciudadanía, con el trabajo decente, con los derechos fundamentales, con el futuro de jóvenes y viejos, etc. Sin embargo, a poco que leamos entre líneas, más allá del recurrente discurso contra la corrupción y el despilfarro, adivinaremos la clave última de las soluciones que proponen: reactivar la actividad económica, disminuir el paro, mantener la estructura impositiva con ligeras modificaciones…. Lo de siempre, la economía como deus ex machina se encargará de arreglarlo todo. De nuevo, la economía. Mira por donde, se les vio el plumero.

La alternativa al bueno de Albert se llama Pablo Iglesias. Otro ‘niñato’ (lo digo con cariño) con pose entre enfadada y crispada, que hasta juega a ser maleducado en ocasiones. Podemos ha conseguido adentrarse en el corazón de la política del país, seduciendo a una importantísima cohorte de ciudadanos desencantados. Han sido maestros en aprovecharse de la profunda crisis de legitimidad que afecta a los partidos políticos tradicionales y han provocado un cambio en la percepción de los fenómenos, eso que ellos denominan apertura de un horizonte de posibilidad para construir una nueva hegemonía (¡Qué retórica tan ininteligible!) Dicen estos jóvenes universitarios y teóricos de la política que hay que crear hegemonías, ganar terreno en el marco de lo cultural y lo simbólico, para que la mayoría social se identifique con la lectura que hacen de los acontecimientos.

Para ellos, la política consiste en integrar los procesos sociales y las realidades en una narración e involucrar en ella a los ciudadanos. Marx explicó que la ideología, la visión que tenemos sobre las cosas, está absolutamente determinada por la estructura económica. Pero todo el revisionismo posterior, y muy especialmente las perspectivas específicas de las gentes de Podemos, explica que no es así. Ellos dicen que la hegemonía es la audacia para leer lo que está pasando en la sociedad y contarlo. Por eso, a la vista de la crisis de legitimidad política y de la desconfianza generalizada en lo concerniente a lo público, emergen con eslóganes como "no nos representan", que intentan capitalizar el descreimiento y estrenar un nuevo horizonte de posibilidad, disputando el sentido que tienen las cosas. Otro aspecto fundamental de su planteamiento es acotar el lugar donde hay que librar ese combate. Y descubren de inmediato que es en el terreno de los medios de comunicación y de las redes sociales. Sin duda, para materializar un mensaje determinado hay que encontrar la forma de llevarlo a cabo y ellos están convencidos de que ése es el camino mediático.

Otra pieza fundamental en el análisis de Podemos es el concepto de antagonismo que establecen a partir de la división dicotómica del ámbito político. Estos jóvenes visionarios, adalides de la política digital intentan, como Albert Rivera, desactivar el viejo orden de derecha frente a izquierda, proponiendo un hipotético marco cultural caracterizado por un código que publicita el nuevo orden dicotómico: los de arriba frente a los de abajo. Ello lo adoban con la apropiación espuria de conceptos, como libertad, decencia, gente corriente…, cuya significación vinculan con las coyunturas, usándolos y definiéndolos con significados que sirven a su presunto discurso hegemónico. O, dicho de otro modo, intentan configurar una voluntad colectiva que responda al discurso que han elaborado previamente. Porque, en suma, el último estadio de su teórico proceso de transformación consiste en activar el populismo urbi et orbi, publicitar exitosamente la imagen de un líder carismático que reclama para sí la legitimidad para interpretar la voluntad de la gente, del pueblo, encarnando los mitos que pertenecen al imaginario colectivo. Aproximadamente, eso es lo que pienso que representa la cuarta opción que nos ofrece la próxima confrontación electoral: un involucionismo reaccionario e incomprensible.

No diré nada de la primera y la segunda. Ya nos han dado suficientes muestras de lo que son capaces de prometer, dialogar, hacer y engañar. Incomprensiblemente, los todavía mayoritarios PP y PSOE, con lo que saben, con sus ‘aparatos’ y con cuarenta años de experiencia gubernamental siguen escondidos o viéndolas venir.  Mientras, obviamente, los alevines siguen a lo suyo. ¡Vaya panorama!

lunes, 20 de abril de 2015

Cardiff, 2015.

La semana pasada viajamos a Cardiff (Gales) para homenajear al capitán Archibald Dickson y a la tripulación del buque Stanbrook, integrando una delegación de la Comisión Cívica de Alicante para la Recuperación de la Memoria Histórica. El objetivo de la visita era honrar la memoria del capitán y de la tripulación del buque que el 28 de marzo de 1939 embarcó en el puerto de Alicante a 2.638 republicanos, trasladándolos a la ciudad de Orán y logrando así que escaparan a la represión franquista. A tal efecto, la Comisión encargó una placa conmemorativa que incluye la silueta del mercante atracado en el muelle de Orán y el siguiente texto, redactado en castellano, inglés y galés:



Los actos de homenaje se iniciaron a primera hora de la tarde del sábado 11 de abril, en Cathays Park, una zona del centro de la capital de Gales que alberga edificios de estilo eduardiano, de principios del siglo XX (Templo de la Paz, Ayuntamiento, Museo Nacional, Gallery of Wales y otros pertenecientes al campus de la Universidad de Cardiff). También incluye una amplia superficie ajardinada, denominada Alexandra Gardens, donde se encuentra el Welsh National War Memorial, monumento en recuerdo de las víctimas de las dos Guerras Mundiales, y otros pequeños memoriales. El conjunto es considerado uno de los mejores espacios cívicos existentes en Gran Bretaña.

En esos jardines, en 1992, los Mid & South Glamorgan County Councils y el Ayuntamiento de Cardiff erigieron un memorial de homenaje a los galeses participantes en las Brigadas Internacionales, que combatieron y murieron en España durante la Guerra Civil. Junto a él, esperaba a la delegación alicantina una nutrida representación de la International Brigade Memorial Trust (IBMT), asociación cuya finalidad primordial es mantener viva la memoria y el espíritu de los hombres y mujeres de Gran Bretaña, Irlanda y otros países que defendieron la democracia y lucharon contra el fascismo en España durante la Guerra Civil. Les acompañaba una sección del Coro Rojo (Côr Cochion Caerdydd) que saludó a los alicantinos con algunas canciones, como Ay Carmela, Viva la Quince Brigada o Workers Unite. Este Coro tiene como finalidad promover la paz, la libertad y la justicia, recogiendo recursos para apoyar a las personas que luchan por los derechos fundamentales, tanto en el Reino Unido como en el resto del mundo. Tras el cordial y coral saludo, se realizaron diversos parlamentos en los que intervinieron M. Hardy, en representación del Labour International; Mary Greening, en representación de la IBMT y Pedro Olivares, en nombre de la Comisión Cívica. Todos abundaron en la importancia del encuentro y en la necesidad de subrayar y difundir las virtudes humanitarias y cívicas, así como el heroísmo de quienes sacrificaron su vida por defender la libertad y los valores que encarnaba el proyecto de la II República.

La jornada concluyó con una visita al War Memorial, lugar que albergará la placa, situado en la recientemente remodelada fachada marítima de la Bahía de Cardiff. Se trata de un gran proyecto que ha revitalizado la ciudad y que incluye importantes instalaciones como el Pierhead Building, una construcción civil de terracota roja levantada en 1897, que hoy forma parte de la National Assembly for Wales (parlamento de Gales), y el Millenium Centre (Centro del Milenio de Gales), un gran auditorio inaugurado en 2004, sede de la Welsh National Opera y de las compañías nacionales de danza, de teatro y de literatura, y de la orquesta sinfónica, que acoge funciones de ópera, ballet, danza, comedia y musicales. Otro hito importante en la zona es la Water Tower (fuente de acero de 25 metros de altura) que se construyó en el año 2000.

Foto oficial en Mansion House.
En la mañana del domingo, 12 de abril, se realizó el acto de entrega de la placa a la alcaldesa de Cardiff, Margaret Jones. La ceremonia se desarrolló en Mansion House, un edificio utilizado como vivienda de los alcaldes de la ciudad hasta 1971, que fue ampliamente reformado en 1998 y que, desde entonces, se utiliza para eventos, ceremonias civiles, etc.  El salón de actos acogió una numerosa concurrencia, que asistió a los parlamentos de la Sra. Alcaldesa, que dio la bienvenida a la delegación alicantina y agradeció muy especialmente el homenaje al capitán Dickson, un héroe casi desconocido en su propia ciudad, según subrayó. Hasta el punto de que se comprometió a colocar en breve una placa en la casa donde nació para contribuir a la difusión de su relevancia y de su gran labor humanitaria. Señaló, también, que la placa se instalaría en breve en el puerto de Cardiff, junto al War Memorial, una escultura de Brian Fell dedicada a los marinos mercantes de la bahía de Cardiff, que acoge un rostro intemporal adosado al casco destruido de un barco varado, rodeado de unos mosaicos con inscripciones y retratos de los marinos locales, obra de Shenstone y Butler.

A continuación, Pedro Olivares insistió en el heroísmo y valores cívicos del capitán Dickson y agradeció a la ciudad de Cardiff la acogida que ha dispensado a la iniciativa de la Comisión Cívica. Destacó, también, el gran apoyo recibido por parte de Lorraine y Malcolm Hardy, del Labour International Costa Blanca. El acto concluyó con unas breves palabras del Sr. Arnold Dickson, hijo del capitán, que asistió acompañado de Dorothy Richardson. También estuvieron presentes David Lillystone y Sandra Robinson, bisnietos del ingeniero del barco, Henry Lillystone, así como seis miembros de Labour International Costa Blanca y numerosos asociados de la sección galesa de la IBMT.

Después de la ceremonia, la jornada continuó su desarrollo en la sede de galesa de UNITE (sindicatos británicos). Tras diversas intervenciones, se proyectó el cortometraje Britain Expects, una obra inédita, encargada por el sindicato de marineros y oficiales mercantes para presionar al gobierno británico, presidido por  A. N. Chamberlain, para que enviara a la Armada a defender los buques de carga que transportaban suministros para el gobierno republicano y estaban siendo atacados y hundidos por Franco y sus aliados alemanes e italianos. Sin embargo, en el contexto de la “política de no intervención” por la que optaron las potencias occidentales, la película fue embargada y jamás se exhibió en Gran Bretaña, hasta que fue rescatada recientemente por la asociación Internatinal Brigade Memorial Trust de los archivos del BFI. La jornada concluyó con una cena de hermandad en un pub de la ciudad, en la que ambas delegaciones intercambiaron puntos de vista, surgiendo nuevas propuestas y algunos proyectos, que incluyen una visita a Alicante de los miembros de la International Brigade. El Coro Rojo acompañó a los asistentes y amenizó la velada con algunas de sus interpretaciones, como Peatbog Soldiers, Bandiera Rossa; Maruxiña o Solidarity Song.

El lunes, 13 de abril, la delegación alicantina visitó la ciudad de Bristol. En la estación de ferrocarril de Temple Meads fue recibida por Duncan Longstaff, secretario local de la IBMT, y otros miembros de la asociación.  Longstaff hizo de anfitrión a lo largo del recorrido entre la estación y Castle Park, un espacio municipal, que fue destruido por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial y se rehabilitó a finales de los 70. Junto a las ruinas de la iglesia de San Pedro se extiende un amplio jardín con cinco abedules plateados, que recuerdan las playas del desembarco en Normandía. También emergen en él los restos parcialmente excavados del Castillo de Bristol. Cerca de allí, en uno de los muros, el Ayuntamiento instaló en 1986 una placa que homenajea a los voluntarios de las Brigadas Internacionales muertos en la Guerra Civil española. En 2010, Hazel Gover, una artista local, diseñó un marco de mosaicos coloreados para realzar la placa, que fue inaugurada por Jack Jones, combatiente de la 5ª Brigada, herido en la Batalla del Ebro y posteriormente Secretario General del Sindicato del Transporte (TGWU).

Junto a la placa esperaban a la delegación española Palmira Sullivan, Collin Thomas y otros miembros de la sección local de la IBMT. Les acompañaba el Red Notes Choir, una coral socialista inspirada en el Côr Cochion de Cardiff, que se constituyó en 2002 y que hace campaña por la paz, la justicia, la libertad y el internacionalismo. El coro interpretó canciones de su repertorio como Viva la 5ª Brigada, Jarama o la Internacional, acompañados en algunas estrofas por las voces de los miembros de la delegación alicantina. Tras realizar una ofrenda de flores junto a la placa homenaje, la delegación realizó una visita panorámica al centro de la ciudad, dirigida y comentada por el Sr. Longstaff.

El viaje concluyó con una cena conjunta en Cardiff, a la que asistieron todos los miembros de la delegación de Alicante y representantes de las organizaciones británicas participantes. La Comisión Cívica aprovechó la oportunidad para agradecer a todos su apoyo, su eficacia, su compromiso y su amabilidad, invitándoles a seguir colaborando y profundizando la dimensión internacional de las actividades hasta lograr la recuperación plena de la Memoria Histórica.

En síntesis, unas jornadas muy gratas, que consiguieron plenamente sus objetivos y que, desde mi punto de vista, pueden contribuir a dinamizar y reorientar las actividades de la Comisión Cívica en los próximos tiempos.  

jueves, 9 de abril de 2015

Empanada.

Hoy me levantado con el cuerpo y la mente hechos trizas. Así que después de desayunar, hacer la cama y cumplimentar las tareas propias de mi condición y sexo –como algunos dicen- me he ‘tirado’ en el sillón y me he descerrajado una breve siesta, que ni ha sido del borrego ni de nada, pero que me parecía imprescindible para sobrevivir a la empanada con que me he despertado. La breve estancia en el limbo me ha repuesto algo y, sin moverme del aposento,  he decidido revisar el correo y navegar un poquito con la tableta (los mínimos de las servidumbres que impone la sociedad digital). Uno de los mensajes que había en la bandeja de entrada me ha llevado a una referencia que ha despertado mi curiosidad. Un pequeño artículo sobre la financiación de proyectos a través de plataformas online (http://tlife.guru/hogar/tecnologias-record-crowdfunding/). Según lo que asegura su redactora, existen dos que lideran ese todavía bastante desconocido mundo de la ‘microfinanciación’: Kickstarter e Indiegogo.

Empecé a tener noticias de este recurso en 2012, cuando supe del ‘micromecenazgo’, un procedimiento que está sustituyendo a las antiguas donaciones y que parece que va viento en popa gracias a la atención que le dispensan comerciantes y empresarios. En estos tiempos, las redes sociales, las comunidades online y las tecnologías de micropagos hacen que sea mucho más sencillo y seguro obtener así las donaciones de un grupo de personas interesadas en determinadas iniciativas porque, además, se consiguen a precios muy asequibles. Tal es así que, en España, este mercado ha pasado de mover 19 millones de euros en 2013 a 62 millones en 2014, un cifra que califica por sí misma el imparable avance de la financiación ‘desintermediada’ (¡Hay que ver que palabras inventamos últimamente!). Ingenuo de mi, creía que estas plataformas servían exclusivamente para lograr objetivos filantrópicos u otros equiparables. A poco que me he documentado descubro que, además de atender a esas finalidades, auxilian mucho más recurrentemente a otras más prosaicas, que son acciones estrictamente lucrativas -productivas o intermediarias- y, en ocasiones, sociales y políticas. Por ejemplo, el nuevo partido político Podemos tiene una larga trayectoria de financiación de sus necesidades con este nuevo negocio.

Pero, a lo que vamos, esta mañana he conocido que el proyecto que ha recaudado mayores recursos y de la manera más rápida con las plataformas de micro-financiación ha sido un reloj, cuyo nombre es Peble Time. ¿Qué ofrece esta nueva versión de un recurso tan antiquísimo? Pues, un atractivo diseño y una batería que dura hasta siete días. Una pantalla de tinta electrónica de color y un micrófono con el que se pueden enviar notas de voz. Además, puede recibir notificaciones desde el móvil, facilita respuestas prefijadas e incluye aplicaciones para practicar deporte y fitness. Asimismo, es resistente al agua y su correa se puede personalizar a gusto del usuario. El juguetito se venderá en España por unos 200 €. Peble Time ha recaudado más de 18 millones de euros en un mes. Su precedente, también financiado a través de crowfunding, fue un frigorífico inteligente -Coolest- que consiguió recaudar 12 millones de euros en el mismo periodo de tiempo.

Todavía no repuesto del impacto, mi dedo deslizante me ha llevado a otro site que me ofrecía información relativa a necesidades bastante más primarias. Efectivamente, mi descoordinado surfing matinal por la ‘digitalidad’ me ha trasladado desde el crowfunding al frutero. Sin apenas percibirlo, he abandonado los artilugios digitales y me he sumergido en un vademécum de trucos para salir victorioso de la compra en el mercado. He redescubierto -porque ya lo sabía- que, dándole unas palmaditas cariñosas a la sandía, si oímos que suena hueca, es porque está madura y lista para consumir. También he conocido un consejo interesante relativo a los melones. Aseguran que cuanto más rayada esté su piel más dulces y más maduros estarán. Esto debo comprobarlo experimentalmente porque siempre utilizo el celebérrimo truco de darles unas palmaditas, igual que a las sandías, olerlos y presionar ligeramente su ‘culete’. Si las tres pruebas me transmiten sensaciones positivas me los llevo y si no los dejo donde estaban. Otro detalle que he vuelto a releer se refiere a la piña. Parece que la prueba infalible para saber que no nos equivocamos al seleccionarla consiste en coger una de las hojas interiores de su característico penacho y tirar ligeramente. Si se arranca con relativa facilidad significa que está en su punto. Lo terrible es que todos nos aprendamos el truquito, porque presumo que habrá que estudiar para encontrar hojas que deshojar.

Pero la argucia más llamativa de cuantas he leído se refiere a las peras. Verdaderamente, hay que reconocer que se trata de una de las frutas más sosas que existen, si no están maduras. Para cerciorarnos de que lo están aconsejan recurrir a la prueba de la uña, que consiste en rayar suavemente la piel de la pera con una de ellas: si sale líquido o vemos la carne brillante es que está en el punto correcto de maduración. ¿Cuál es el problema? Evidentemente, que es una técnica que sólo se puede practicar con la fruta que ya tenemos en casa. Pero todavía me quedaba algo por saber: existe tecnología específica para facilitar la selección de la fruta idónea. Tal es el caso de una especie de puntero láser, que mide su composición química proyectando luz sobre ella. Un sensor óptico analiza su composición y determina su calidad, madurez, deterioro e incluso proporciona la información nutricional de la pieza. Parece que existen dos compañías que comercializan sus respectivos dispositivos, denominados Scio y Tellspec. Son como ‘microrradares’ de mano que desvelan la composición química de los alimentos y, también, de los medicamentos y plantas. La información que obtienen llega directa e inalámbricamente a una aplicación que debemos instalar previamente en nuestro smartphone. El precio de estos artefactos está entre los 200 y los 300 € y su tamaño es equiparable al de un pendrive.

De modo que he pasado un rato la mar de productivo y entretenido. Tanto es así que he mirado el reloj y he comprobado que se había hecho la hora de ir a recibir mi clase semanal de acordeón. Y hacia allá me he dirigido para intentar acabar de aprovechar la mañana. ¿Podía hacer algo mejor?

domingo, 5 de abril de 2015

Pioneros.

Alboreaban los cincuenta cuando nací en una pequeña población agrícola de la montaña valenciana con apenas mil trescientas almas, donde la única perspectiva vital que se nos ofrecía era la dedicación a las tareas agrícolas, como venía sucediendo secularmente. Niños y chavales íbamos unos años a la escuela, hasta que alcanzábamos las fuerzas justas para arrimar el hombro provechosamente a las tareas laborales. Con la adolescencia recién estrenada, la mayoría ayudábamos en las faenas agrícolas, bien colaborando directamente con nuestros padres y madres, que porfiaban afanosamente para arrancarles a aquellas agrestes tierras el escasísimo rendimiento que producen, bien sirviendo como braceros a terceros y aportando el ínfimo salario a la precaria renta familiar, que alcanzaba malamente para atender las más elementales necesidades y que dependía mucho más de lo deseable del trueque y de los empréstitos, que eran las soluciones habituales para conseguir los víveres necesarios para sobrevivir. A las chicas les sucedía lo mismo, aunque generalmente un poco después. Algunas conseguían concluir la escolaridad obligatoria y permanecían en la escuela hasta los 13 ó 14 años. Sin embargo, la mayoría debían abandonarla también precipitadamente para ayudar en casa a sus progenitoras y colaborar con sus padres y familiares en las tareas del campo, particularmente en las épocas de recolección de las cosechas. Así pues, casi nadie tenía la oportunidad de estudiar porque ni las familias tenían recursos, ni existía en el pueblo institución donde hacerlo.

Alumnos de Radio ECCA tomando clases por radio.
La primera generación nacida tras la Guerra Civil que abordó el estudio como tal fue la precedente a la mía. Algunos de quienes la integran empezaron a cursar el bachillerato, no individualmente y de manera testimonial –como alguna persona aislada lo había hecho previamente -, sino colectivamente, como una ‘minicohorte’ de muchachos cuyas familias decidieron que estudiaran el bachiller elemental, eso sí, de manera sui generis. ¿Por qué tomaron tal determinación? Lo desconozco. Cuatro son las personas que tengo asociadas a esa aventura pionera: Paco “el Guerra”, Gerardo Torres, “Juanchán” y Pepe “el Portugués”. Así los conocemos en el pueblo: algunos por sus nombres y la mayoría por sus apodos. La verdad, he de confesar que desconozco su filiación completa. Estos cuatro muchachos tomaban una especie de clases particulares durante las tardes-noches en casa de un maestro depurado, Gerardo Torres, conocido por todos como el “tío Patito”. Una persona, ya fallecida, de la que apenas tengo referencias, que da nombre a una pequeña plazoleta del pueblo y que debió ser expulsado del Magisterio como consecuencia de su pertenencia al bando republicano. Seguramente, como tantos otros miles de maestros y profesores, cometió el “delito” de estar donde debía, haciendo lo que correspondía o, simplemente, lo que le ordenaron. Supongo que sufriría algún tormento carcelario, y aún así puede parecer que le acompañó “la suerte” porque logró dedicarse a ser agricultor, ejerciendo de labrador durante el día y practicando su auténtica profesión por las noches, enseñando las materias del bachillerato a estos cuatro muchachos (uno de ellos, su propio hijo) y solfeo a los educandos de la banda de música, de la que era miembro.

Entonces yo era un chaval con siete u ocho años. Recuerdo que asistí como oyente a alguna de sus clases de solfeo, que hube de abandonar cuando marché a Chiva para estudiar el bachiller. En el batiburrillo que tenía en su casa aquél hombre que apenas llegué a conocer se simultaneaban los agrupamientos flexibles y el aprendizaje multidisciplinar: mientras unos aprendían ‘solfa’, otros recitaban de memoria, cual letanías, los nombres de los países y capitales centroafricanos, algunos de los cuales ni siquiera existen hoy, pero que recuerdo “de oídas”, tales como Bechuanalandia, el Congo Belga, Rhodesia, Mauricio, Ascensión, Santa Elena…, ristras interminables que aquellos pobres muchachos repetían como loros. Seguramente, porque debían dar buena cuenta de ello cuando concurrían a los exámenes libres en el Instituto Luis Vives, de Valencia, que también tuve el honor de frecuentar años después, para hacer lo mismo.

Ellos fueron los pioneros en el pueblo, quienes nos abrieron camino a la siguiente generación, la del baby boom de los años 50, que seguimos la senda que iniciaron, aunque recorriéndola en otras localidades o en la capital, donde había centros en los que estudiar. Lo cierto es que mi familia emigró del pueblo a mediados de los sesenta y apenas tuve oportunidad de seguir las trayectorias de estas gentes precursoras. Yo creo que la mayoría acabaron el bachillerato y se incorporaron a la actividad laboral. Aunque al menos uno de ellos, Juanchán, sé que concluyó la carrera de Medicina y creo que ha desarrollado su trayectoria profesional en la sanidad militar. Sé también que Gerardo Torres fue diputado socialista por Teruel bastantes legislaturas. A Pepe el Portugués lo veo en el pueblo de vez en cuando y, por lo que aprecio a simple vista, no parece que le haya ido mal la vida. Como le ha sucedido también a Paco el Guerra, con quien hablo más a menudo y que es un caso aparte. Es persona que seguramente no emprendió estudio universitario alguno pero que tiene un bagaje de autoaprendizaje tan enorme que ha desempeñando tareas de gran especialista, como si hubiese concluido varios másteres universitarios. Por eso se lo han disputado numerosas y cualificadas empresas, como la factoría Ford, de Almussafes, en la que ha trabajado bastantes años. Ciertamente, Paco es un caso singular, que merece una entrada específica en este blog. Intentaré anotarla otro día.

viernes, 3 de abril de 2015

Tertulias.

Hace un par de semanas me invitaron a participar en una tertulia que con el sugerente rótulo de “La aldaba” se celebra desde hace más de veinte años en Elche. Para la gente de hoy este título, además de sonar raro, probablemente no signifique nada. Sin embargo, a mí me evoca las tres acepciones que recoge la RAE y, especialmente, la última, que define la aldaba como una “barreta de metal o travesaño de madera con que se aseguran, después de cerrados, los postigos o puertas”. Esa es la definición que tengo grabada en mis entendederas desde que era niño. Más allá de la anécdota, fue una experiencia muy grata por el tema escogido, la memoria histórica; por el entorno, un paradigmático ‘hort’ del Camp d’Elx; y especialmente por las personas, anfitriones y gentes polifacéticas, educadas y amigas. Repetiré, si me invitan de nuevo.

CONFAPEA: Tertulia literaria dialógica
En los últimos tiempos he ido sabiendo de algunas tertulias que se celebran en Alicante y cercanías, que son de distinta índole, tienen diversas intenciones y agrupan colectivos sociológicamente dispares. Creía que esta saludable y vetusta costumbre ibérica estaba en vías de extinción, pero me equivocaba. No, definitivamente, sigue rediviva y para bien, al menos así lo pienso. No sé si esta recuperación de la tertulia viene potenciada por la reciente tendencia televisiva a organizar ‘pseudocamarillas’ o ‘pseudotertulias’ que unas veces abordan temas sociopolíticos y otras asuntos relacionados con el ‘famoseo’ y la farándula –en el peor sentido del término- o, por el contrario, si es algo que responde a nuestra larga tradición tertuliana. Pero esa es cuestión baladí, lo relevante es que se celebran tertulias que ponen sobre la mesa la capacidad que tenemos todas las personas para comunicarnos y generar acciones. Todos tenemos habilidades comunicativas que nos permiten relacionarnos y actuar en nuestro entorno. Y, además, disponemos de habilidades cooperativas que nos capacitan para interactuar con los demás y coordinar nuestras actuaciones a través del consenso.

Experimentalmente, sabemos que existen situaciones no mediatizadas por el poder o por la disponibilidad de las herramientas habituales de dominación, como el dinero, en las que se dan constantemente acciones comunicativas. En ellas, las personas intercambiamos, modificamos y creamos significados, poniéndonos de acuerdo sobre ellos mediante el diálogo. A través de él nos replanteamos los aprendizajes, haciéndolo de manera distinta a cómo lo hacemos en el contexto escolar porque prestamos menos atención a la adquisición de habilidades académicas que al aprendizaje de otras de carácter comunicativo y/o práctico. Aunque, paradójicamente, si enfocamos el concepto genéricamente, no nos será difícil concluir que las habilidades comunicativas engloban realmente a las prácticas y a las académicas. De hecho, cualquier aprendizaje puede realizarse de manera dialógica y comunicativa, tanto si se basa en habilidades académicas como prácticas. Así pues, desarrollar las habilidades comunicativas equivale a lograr la capacitación para participar más activamente, más crítica y más reflexivamente en la dinámica social. Se evita de ese modo la desigualdad y la exclusión de quiénes no somos capaces o no logramos procesar la hipertrofia informativa que avasalla nuestras vidas.

Desde que allá por los años 90 conocí los principios del aprendizaje dialógico de la mano de un colega, el profesor Flecha, tengo pleno convencimiento de que es una magnífica herramienta de transformación social porque permite desarrollar las capacidades que exige la practica de la ciudadanía participativa y transformadora. Ypienso que las tertulias, sean literarias, socioeconómicas o políticas, sean sobre afinidades, gustos o aficiones, permiten materializar el aprendizaje dialógico porque propician el diálogo igualitario, de modo que las aportaciones de quienes en ellas participan son consideradas en función de la validez de sus argumentos y no desde la óptica del criterio culturalmente hegemónico.  Además, incorporan la inteligencia cultural que reconoce el bagaje experiencial que tenemos todas las personas, que deriva de nuestra propia existencia y que nos capacita para participar en un diálogo igualitario a lo largo de toda la vida. El diálogo nos habilita para la transformación, permitiéndonos sentirnos seres activos, capaces de cambiar nuestro autoconcepto y de interactuar con los demás, superando las barreras que excluyen de la participación social.

El aprendizaje que se lleva a cabo mediante el diálogo crea sentido porque somos los participantes quienes decidimos qué queremos aprender y cómo queremos hacerlo. Otro valor que incorpora el aprendizaje dialógico es la solidaridad. Las tertulias, por definición, están abiertas a todas las personas, no existen obstáculos de ningún tipo: ni económicos, ni sociales, ni académicos para priorizar la participación de las personas. Finalmente, en ellas se da la igualdad de las diferencias: todas las personas son iguales y diferentes a la vez. Todas deben relacionarse recíprocamente en términos de igualdad, respetando las propias diferencias.

Es una lástima que la metodología tertuliana apenas haya permeabilizado los aprendizajes escolares. Solo algunos centros educativos públicos con graves dificultades han adoptado fórmulas organizativas, como las comunidades de aprendizaje, que practican el aprendizaje dialógico, obteniendo, por cierto, excelentes resultados educativos. Por su parte, los jesuitas catalanes han puesto en marcha este curso una propuesta, denominada Horizonte 2020, que está implantando en sus colegios de pago un modelo de enseñanza que elimina asignaturas, exámenes y horarios, y transforma las aulas en una especie de ágoras en las que hay sofás, gradas, mucha luz, colores y mesas dispuestas para trabajar en grupo, así como acceso a las nuevas tecnologías. Eso es lo que creen que necesitan los chavales para materializar proyectos colectivos y cooperativos, que aseguren los aprendizajes y eviten la exclusión. La verdad es que sería lamentable que fuesen también ellos quienes, dando otra vuelta de tuerca a su emprendida renovación pedagógica, añadiesen el aprendizaje dialógico a sus prácticas educativas. Pero, visto lo visto, cualquiera sabe.